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domingo, 28 de abril de 2013

Amanece, que no es poco. Entre Playa Honda y Caleta Patón, Chubut, Argentina

La deuda interna que me debía, capturar un amanecer y sobre los 44' del segundo tiempo llegó el gol, el lugar el camino costero que transitamos el sábado rumbo al Parque Marino Austral y al que no le reparamos atención debido al deseo de llegar rápido a los puntos de interés que se ubican al final del recorrido de casi cincuenta kilómetros, éstas tomas se ubican sobre la llamada Playa Honda, una franja de médanos de fina arena blanca entre tanta piedra.
A cada minuto o quizás una fracción menor cambiaba el tono del cielo, el reflejo en el agua y los colores de la arena y la mata, un espectáculo de luces orquestado a toda naturaleza con ahora sí la participación estelar aunque todavía muy de lunes remolón del señor viento.
Estas cuatro pertenecen a Puerto Piojo, pequeño enclave que posee una vivienda alguera, acantilados, algo de playa y toda la magia del camino costero.
Las últimas corresponden a la Caleta Patón, sitio que descubrí gracias a Francis Mallmann en su ciclo dedicado a la Ruta Azul. y que resultó el espaldarazo final para que me decidiera por este destino, lamentablemente gran parte del programa estuvo filmado en territorio de la estancia del francés, cuyo casco se ubica a menos de diez kilómetros de aquí y por donde continúa el camino que sigue a la espectacular Caleta Hornos, quizás el sitio mas bello de la sección Chubut de la Azul. Dicho personaje tiene entrenado a su personal para que bajo ningún concepto deje ingresar a nadie a su propiedad con intenciones turísticas ya que según manifiesta muchos de los que ingresan ya sean pescadores, amantes del off road, o simplemente viajeros roban su ganado, cortan alambrados, contaminan o simplemente alteran su bohemia patagorisina.
A ver si yo le pido permiso para fotografiar alguna de las bellezas que quedaron presas en su propiedad y lo hago desde el volante de un Mercedes 1112 jaula, desconfía, ahora si quien te lo pide anda mas solo y desprovisto que Kung Fu por ahí la respuesta debería ser otra, pero años de entrega de nuestro patrimonio, años de oscuros y traicioneros personajes políticos engendraron a estos neo señores feudales que como Benetton y Lewis se han convertidos en lo verdaderos reyes de la Patagonia.

Museo de la Familia Perón, Camarones, Chubut, Argentina

En el año 2008 se inaugura este museo dedicado a la estancia de la Familia Perón en la zona, estadía que se inicia en 1903 cunado el padre del General es designado juez de paz del novo emplazamiento de Camarones. El emplazamiento corresponde a la ubicación de la casa original que se incendió en la década del 80, la réplica es fiel y el mobiliario compatible. Las colecciones abarcan temas como los padres, Perón niño, cadete del Colegio Militar, su primer matrimonio, sus primeros destinos oficiales, su paso por la Secretaría de trabajo, el 17 de octubre, Evita, las dos presidencias, el golpe de estado del 55, el exilio, las expresiones populares reclamando su vuelta, la vuelta, la tercera presidencia, María Estela Martínez, su muerte y su legado, todo perfectamente documentado y muy bien guiado por el personal a cargo. El General acuñó amores y odios, pero la visita de este espacio es ineludible para entender o reforzar los conocimientos sobre la historia patria de los últimos setenta años.
Aquí alteré la cronología del relato, ésto sucedió el viernes y hoy estamos a lunes, son las 6 AM y Walter puntualmente me pasa a buscar, rápidamente acordamos el nuevo recorrido para evitar algún trago amargo en la visita a Bustamante, ya que no encontré ninguna voz disidente en cuanto al trato que dispensa el actual propietario de la estancia que contiene al pueblo alguero en su interior, no quiere visitas locales, su emprendimiento está orientado a visitantes del extranjero, sí se puede circular por la playa, no por el complejo, el almacén de ramos generales convertido en restaurante, el bosque petrificado y otras bellezas incluidas en su propiedad. Pero reitero todas las voces consultadas, turismo, dueño del hotel, encargado, personal del museo, tuvieron repuestas similares, no solo para esta persona sino también para el famoso francés dueño de la estancia que contiene al sitio más bello de la costa azul, pero no recibí en persona dicho mal trato, así que quédense con el ocurriría, sucedería, sería ....

"Hetitor por lo que tengo entendido el paso esta cortado en Caleta Hornos cuando llegamos al a estancia de un francés hijo de un gran p... , igualmente mañana voy a preguntar en la jefatura de prefectura a ver que me dicen ellos por que supuestamente la ruta 1 esta en tratativas de abrirse, y tal vez ya haya un camino diseñado no se en que estado (seria lo de menos)"

El diálogo está tomado del foro Patagonia 4x4 Off Road Argentina y se refiere al francés y su negativa de otorgar paso por dentro de su propiedad para llegar a Caleta Hornos, voces como éstas se multiplican referidas a dicho personaje, a otros estancieros lindantes y a Matías Soriano en Bustamante.

La 1 rumbo al norte. Camarones, Chubut, Argentina

Pasadas las quince salgo para completar mi día dedicado al camino, esta vez nuevamente por la RP1 pero rumbo al norte, digamos hacia Cabo Raso. La traza es una gran recta con una curva prolongadísima que copia la silueta costera, el mar va virando de esmeralda a azul según como le de el sol y el sonido de las olas estrellándose sobre algún roquerío o simplemente acariciando la pedregosa playa es mi única compañía, hasta el viento se tomó en serio eso del descanso dominical y prolongó sus siesta. Lo único que rompe la armonía natural es una infinita sucesión de longilíneos postes de madera, que digamos le aportan una dosis de plasticidad al paisaje. El inevitable recuerdo me lleva a esas rutas de USA donde el camino es custodiado por enormes estructuras que cargan cables de electricidad, bueno la escala aquí es mas modesta pero el símbolo se puede leer igual.
La tarde comienza a desvanecerse y la bucólica imagen representa mejor que nadie mi estado de ánimo, mi penúltima noche patagónica se hace sentir, el deseo de volver, la imposibilidad de asegurar si eso será posible, los afectos ganados, las horas en el vacío, las ausencias, las pérdidas y el viento que no viene a despedirme. Llego a Camarones bien entrada la tarde, me voy directamente a mi banco confesional, necesito hablar con el mar antes que se convierta al negro mas absoluto, necesito preguntarle por el viento, extraño su música.

                                                               Al alejarse, le vieron llorar.
                                         "caminante, no hay camino, se hace camino al andar..."


Pejerrey para la cena, dejo al pulpo y los mariscos para el último almuerzo de mañana, charlo con gente que me desaconseja ir a Bustamante ya que el actual dueño del pueblo dicen no trata con demasiado respeto a los viajeros que andan con pesos en los bolsillos, no voy a extralimitarme con todo lo que me han dicho de él porque no lo pude comprobar en persona.

sábado, 27 de abril de 2013

Caminante hay camino. Por la 1 hacia el Sur, Camarones, Chubut, Argentina

El décimo día cae domingo, no hay planes previos ya que convenimos con el Amigo Walter que intentaríamos ir a Bustamante el lunes bien temprano, ya que mi vuelta a Trelew está pactada para las cuatro de la tarde. Mientras desayuno pienso que todavía no les rendí homenaje a dos clásicos en todos mis viajes, el camino y el amanecer u ocaso, siendo muy tarde para crepúsculo tendría que pensar en algo que contuviera las otras opciones, así que tipo diez salgo para la Playa Elola distante seis kilómetros hacia el sur por la RP1.
Poco antes de los dos kilómetros me desvío por un camino rumbo al mar con la intención de terminar el recorrido por la playa, a los quinientos metros y con el azul a la vista imprevistamente un curso de agua verde amarronada me interrumpe el paso, pensé que sería producto de las intensas lluvias quizás un curso seco que se activa con ellas, alcanzo altura en busca de un paso y el paisaje me regala una visión poco conocida de la estepa cercana al mar, un arroyo meandroso, verde musgo que pareciera no ser parte de la geografía originaria, vuelvo a la ruta después de andar casi sin rumbo durante una media hora justo donde el curso la atraviesa, sin puente alguno con el agua en los tobillos me paro sobre él y resulta inevitable la referencia a nuestros ríos litoraleños, marrones cargados de sedimentos terrosos. Gané unos dos kilómetros por entre territorio virgen porque ahisito nomas estaba el cartel que indicaba la distancia faltante a Camarones. La playa está completamente desolada, reinan el viento que ha vuelto a ser mi compañía y los sonidos del agua besando la costa.
Son las doce, me retrasé un poco andando a la deriva y para colmo de males al viento lo tengo de frente.
Las huellas digitales de la 1 nos hablan de climas pasados, de quienes se le han animado después de la lluvia y en verdad abrigo esperanzas de poder mañana descubrir Bustamante, son pasadas la una de la tarde, llevo recorridos unos doce kilómetros y el pueblo está al alcance de mis ojos,.
Un cartel indica la dirección que tenemos que tomar para llegar a Caleta Sara, el problema es que no dice cuán lejos estamos de tal destino, todo un clásico patagónico, la mala información a cerca de como llegar a lugares por fuera de las grandes venas de tráfico. Llego cansado, fueron catorce kilómetros en casi cuatro horas, que incluyeron una ruta desolada al extremo, una travesía a campo traviesa sin GPS, ni 4x4, playa ventosa, silencios y sonidos de la naturaleza en su estado mas puro.
Para la tarde me espera el tramo norte de la 1, tramo mas plano, sencillo y quizás menos atractivo en cuanto a camino , no a paisaje ya que va pegadita al mar.

                                            Al andar se hace camino
                                            Y al volver la vista atrás
                                            Se ve la senda que nunca
                                            Se ha de volver a pisar.
                                            Caminante no hay camino sino estelas en la mar...


Surrealia. Cabo Raso, Chubut, Argentina

Partimos para Cabo Raso pasadas las 15 horas, el estado del piso de la RP1 es mejor que el tramo sur, al parecer la lluvia no afectó tanto al norte de Camarones, igual los noventa kilómetros llevan dos horas largas de marcha. Cabo Raso supo ser un pueblo que llegó a cobijar doscientas almas dedicadas a la recolección de algas, contaba con estafeta postal, registro civil, escuela, almacén de ramos generales, faro y se cuenta que en plena etapa de crecimiento en los albores del 1900 recaló allí la Fragata Sarmiento.
La traza rectilínea de la RN3 y su posterior pavimentación confabularon para que ya nadie circulara por la tortuosamente bella provincial 1 y ese aislamiento que comenzó a asfixiar al pueblo generó un éxodo que culminó en 1985 cuando fallece Mercedes Finat la dueña del almacén La Castellana, que resistió en solitario ya que se negó a abandonar su tierra como lo hace el capitán con su barco cuando el final es irreversible.
La primera parada representa un desafío ya que el Chubasco, no se ve desde la playa, una pronunciada restinga lo tapa y ante el desconocimiento no percibimos una huella que llega hasta él. Con Walter nos sumergimos en el pedrerío y desde lo alto aparece su cuerpo mutilado, arrojado a la costa tras un temporal que creo haber leído se llevó parte de su tripulación allá por el 2002. Bien de cerca impresiona mesurar la fuerza de esa naturaleza que moldea cualquier obra de nuestra soberbia manufactura como si fuera un juguete en las manos de un niño malcriado. Las partes a la vista no encajan así que el mar se ha guardado algunas para él como suele hacerlo.
Desandamos camino por la playa y ya sobre la ruta paramos en el pequeño cementerio de tumbas muy blancas, allí en la primera de ellas se puede leer que yace Mercedes Final, la última sobreviviente del pueblo, y mas atrás en un pequeño solar vacío un cartelito reza la palabra "reservado", sorpresa, perplejidad y cierta gana de salir con premura ante la obvia imposibilidad de indagar sobre quién era el destinatario de tal espacio.
Y si a la historia sobre como se convirtió en fantasma un pueblo, y si al trágico naufragio del Chubasco y si al cementerio que eternamente tiene una mesa reservada para quien quiera utilizarla por última vez, y si a todo eso le sumamos que Cabo Raso tiene un refugio o casamata que se previó para alojar a todos los sistemas móviles de lanzamientos de misiles Cóndor II, creo estamos ante un lugar de fuerte carácter surreal. Hoy la construcción está acondicionada como refugio de pescadores dotada hasta con una lámpara con caireles mas cercanos a una escenografía de Narciso Ibañez Menta.
A continuación dejo un artículo revelador copiado del foro Aviacionargentina.net.

  1. La imposibilidad de recrear aquel momento geopolítico del mundo y de la Argentina transforman en irrepetible el desarrollo y la puesta en práctica de un proyecto de la magnitud del misil Cóndor.
    Para algunos participantes de los trabajos realizados en la planta de Falda del Cañete, se trató de un logro tecnológico comparable al alcanzado con el avión a reacción Pulqui; para otros, en cambio, fue una operación de traficantes internacionales de armas en "sociedad" con gobiernos argentinos. El país aportó entre 300 millones y 400 millones de dólares, además de profesionales y operarios.
    El primer expediente fue firmado en 1978 por el dictador Jorge Rafael Videla y el candado final lo puso Carlos Menem en 1993, pero en el medio tuvo el aval del decreto secreto N° 604, firmado por Raúl Alfonsín el 9 de abril de 1985.
    Cuando se puso en marcha, la Guerra Fría estaba en apogeo, pero cuando se clausuró, la Cortina de Hierro se vendía como chatarra en Detroit y la Unión Soviética se recordaba en souvenirs.
    Al paralizarse su producción por presión de Estados Unidos, a mediados de 1991, el misil "inteligente" tierra-tierra Cóndor II estaba en condiciones de disputar una franja muy importante en el mercado mundial de armamentos con tecnología de primer nivel.
    Lo hacía importante para el cruel mercado de armas una cabeza de fibra de carbono casi indetectable a los radares de entonces, capaz de cargar explosivos convencionales o nucleares, que podían llegar al objetivo con una velocidad mach 3 (se especula que a una distancia de mil kilómetros). Las piezas metálicas se iban desprendiendo en el viaje, impulsadas por un motor disparado por tres toneladas de combustible sólido.
    Detrás, el pájaro andino dejó una estela de personas y empresas conocidas o por conocer por la opinión pública argentina. Por citar a algunos, Alfredo Yabrán fue "el cajero" de la Fuerza Aérea ante los capitalistas árabes y Horacio Jaunarena, como ministro de Defensa de Alfonsín, fue un asiduo visitante a la planta por entonces secreta y que aún resiste en un paraje cercano a Falda del Carmen.
    Una empresa vinculada a Techint construyó las edificaciones subterráneas ubicadas entre cinco cerros y otra, del grupo Pescarmona, nacionalizó los vectores que en principio se compraban en el exterior. Además, un taller metalúrgico de la ciudad de Córdoba hizo las aletas móviles y otro, el contenedor y motor de combustible sólido.
    No obstante, los principales operadores y ejecutores se movían con pasaportes extranjeros, principalmente egipcios, alemanes e italianos.
    El contrato que cerró Videla fue con la empresa alemana Maserchsnitt-Bolkow-Blohm (MBB) y como pantalla se citó la construcción de un cohete para investigación meteorológica.
    En medio de una fuerte presión israelí y estadounidense, y luego del desmantelamiento, Oscar Camilión (ministro de Defensa de Carlos Menem) reconoció el 30 de agosto de 1993 que en la planta cordobesa trabajaron "técnicos de países de Medio Oriente" y que, curiosamente, el Cóndor había entretejido nidos gemelos en Egipto (Factoría 17) e Irak (planta de Al Ambar).
    En sus últimos aletazos dejó una profunda interna en la Fuerza Aérea –algunos brigadieres preferían haber gastado el dinero en compra de aviones– y una duda que posiblemente nunca se disipe: cómo y hacia dónde se esfumaron los dos misiles que estaban listos para ser probados desde Cabo Raso (Chubut), entre junio y mayo de 1991.
     
    Chá, salí de ahí creyéndome Ilya Kuriaki, no el de la banda de música, sino el original agente de Cipol.
    Y si algo le faltaba al capítulo Cabo Raso es esta señal sobre la RP1, un cruce peatonal ubicado en un pueblo fantasma deshabitado, bueno aclaremos que viven un par de personas que ofrecen albergue y provisiones para los eventuales algueros y sobre todo para pescadores que asiduamente recalan en la zona, permítanme pensar que el cartel fue colocado posterior a 1985 y no tan tan recientemente.
    Creo que agrego Cabo Raso a la lista de mis lugares en el mundo como Nepes, La Casualidad, Caipe, San Juan de Oros, Epecuén, la Ciudad de Invierno, Incahuasi, Talacasto, creo también que se merece una segunda vuelta para intentar robarle esas historias perdidas que han quedado atrapadas entre las ruinas.
    La última imagen que me llevo del pueblo es la que no me abandona, la que recurrentemente vuelve una y otra vez cuando activo el centro de memoria de viajes, para colmo de males la foto no es buena, la luz era escasa, pero la visión un tanto perturbadora quedó nítidamente guardada en mi cabeza y para más inmediatamente vinculé la situación con el estribillo que Marianne Faithfull tararea de una manera despojada y alienante en The Memory Remains de Metallica, quizás por el columpio, quizás por la alienación, por la poética, por toda esa frágil nada por delante, no sé...

                                          http://www.youtube.com/watch?v=aPuYqL2NB1U