Vistas de página en total

miércoles, 1 de mayo de 2013

Nos veremos otra vez, fin de la historia en Ingeniero White, Buenos Aires, Argentina

La una de la tarde invitaba a disfrutar del último almuerzo, mientras cruzaba el Puente de La Niña siento detrás mío un espere, espere, don Caballero me quería ubicar sobre el pasado de todo lo que estábamos viendo en ese momento, aquí se alzaba una chimenea, allá la vía que seguía para el puerto, de este lado hacían cola los changarines que esperaban la oportunidad diaria, atrás una escalera de hierro que bajaba a la playa de maniobras, la más grande del interior del país, y así a cada paso surgía un nuevo dato que salía a manera de plano escaneado de su prodigiosa memoria. Nos despedimos frente al Museo del Puerto él iba para la derecha hacia el barrio ferroviario, yo me dirigía hacia la izquierda hacia el puerto en busca de comida y barquitos amarillos, transcurridos varios pasos y al mismo momento ambos nos dimos vuelta, buscando quién sabe que cosa, yo creo que darle la última mirada a un sabio popular de esos que uno busca permanentemente entre los restos de una Argentina semi destruída, el acaso solo por la curiosidad de saber hacia donde me dirigía, de todas maneras el último adiós fue muy emotivo.
Volvió a ocurrir, comí como un caníbal, quizás tratando de engullir la mayor cantidad posible de mariscos y pulpo para pasar el invierno, ahora me sentía tan pesado que hasta el mismísimo Yeti parecía Maia Plisetskaya bailando la Muerte del Cisne, camino hacia el puerto, no hay demasiado espacio público, enseguida comienza un vallado muy alto, impuesto según dicen por razones de seguridad, de ellos supongo, lástima porque las flotas amarilla y celeste están a pleno en puerto. Desando camino y me pierdo tras los pasos de don Caballero en el barrio ferroviario y prostibulario
Son casi las cinco de la tarde faltan tres horas para la partida definitiva, así que vuelvo para Bahía en busca de las consabidas camisetas de fútbol de equipos desconocidos que acrecienten la colección de il mio unico figlio Luca. Ahora sí tarea cumplida, resta una hora de calma y casi once de viaje, luego una espera incierta y mayor hasta el comienzo de una nueva travesía por ahora guardada en una hoja en blanco.
Resta subir algún material al blog arqueología ferroviaria, si gustan pasar serán bienvenidos.

2 comentarios:

  1. Jaja! Mio figlio, Nicolás, también junta camisetas de fútbol (y videos...de partidos que no sé si le interesarán a alguien más que a él!). Hasta la próxima, Rodo. Muy buen post.

    ResponderEliminar
  2. Misterios de esa pasión llamada fútbol.

    ResponderEliminar