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sábado, 27 de abril de 2013

Surrealia. Cabo Raso, Chubut, Argentina

Partimos para Cabo Raso pasadas las 15 horas, el estado del piso de la RP1 es mejor que el tramo sur, al parecer la lluvia no afectó tanto al norte de Camarones, igual los noventa kilómetros llevan dos horas largas de marcha. Cabo Raso supo ser un pueblo que llegó a cobijar doscientas almas dedicadas a la recolección de algas, contaba con estafeta postal, registro civil, escuela, almacén de ramos generales, faro y se cuenta que en plena etapa de crecimiento en los albores del 1900 recaló allí la Fragata Sarmiento.
La traza rectilínea de la RN3 y su posterior pavimentación confabularon para que ya nadie circulara por la tortuosamente bella provincial 1 y ese aislamiento que comenzó a asfixiar al pueblo generó un éxodo que culminó en 1985 cuando fallece Mercedes Finat la dueña del almacén La Castellana, que resistió en solitario ya que se negó a abandonar su tierra como lo hace el capitán con su barco cuando el final es irreversible.
La primera parada representa un desafío ya que el Chubasco, no se ve desde la playa, una pronunciada restinga lo tapa y ante el desconocimiento no percibimos una huella que llega hasta él. Con Walter nos sumergimos en el pedrerío y desde lo alto aparece su cuerpo mutilado, arrojado a la costa tras un temporal que creo haber leído se llevó parte de su tripulación allá por el 2002. Bien de cerca impresiona mesurar la fuerza de esa naturaleza que moldea cualquier obra de nuestra soberbia manufactura como si fuera un juguete en las manos de un niño malcriado. Las partes a la vista no encajan así que el mar se ha guardado algunas para él como suele hacerlo.
Desandamos camino por la playa y ya sobre la ruta paramos en el pequeño cementerio de tumbas muy blancas, allí en la primera de ellas se puede leer que yace Mercedes Final, la última sobreviviente del pueblo, y mas atrás en un pequeño solar vacío un cartelito reza la palabra "reservado", sorpresa, perplejidad y cierta gana de salir con premura ante la obvia imposibilidad de indagar sobre quién era el destinatario de tal espacio.
Y si a la historia sobre como se convirtió en fantasma un pueblo, y si al trágico naufragio del Chubasco y si al cementerio que eternamente tiene una mesa reservada para quien quiera utilizarla por última vez, y si a todo eso le sumamos que Cabo Raso tiene un refugio o casamata que se previó para alojar a todos los sistemas móviles de lanzamientos de misiles Cóndor II, creo estamos ante un lugar de fuerte carácter surreal. Hoy la construcción está acondicionada como refugio de pescadores dotada hasta con una lámpara con caireles mas cercanos a una escenografía de Narciso Ibañez Menta.
A continuación dejo un artículo revelador copiado del foro Aviacionargentina.net.

  1. La imposibilidad de recrear aquel momento geopolítico del mundo y de la Argentina transforman en irrepetible el desarrollo y la puesta en práctica de un proyecto de la magnitud del misil Cóndor.
    Para algunos participantes de los trabajos realizados en la planta de Falda del Cañete, se trató de un logro tecnológico comparable al alcanzado con el avión a reacción Pulqui; para otros, en cambio, fue una operación de traficantes internacionales de armas en "sociedad" con gobiernos argentinos. El país aportó entre 300 millones y 400 millones de dólares, además de profesionales y operarios.
    El primer expediente fue firmado en 1978 por el dictador Jorge Rafael Videla y el candado final lo puso Carlos Menem en 1993, pero en el medio tuvo el aval del decreto secreto N° 604, firmado por Raúl Alfonsín el 9 de abril de 1985.
    Cuando se puso en marcha, la Guerra Fría estaba en apogeo, pero cuando se clausuró, la Cortina de Hierro se vendía como chatarra en Detroit y la Unión Soviética se recordaba en souvenirs.
    Al paralizarse su producción por presión de Estados Unidos, a mediados de 1991, el misil "inteligente" tierra-tierra Cóndor II estaba en condiciones de disputar una franja muy importante en el mercado mundial de armamentos con tecnología de primer nivel.
    Lo hacía importante para el cruel mercado de armas una cabeza de fibra de carbono casi indetectable a los radares de entonces, capaz de cargar explosivos convencionales o nucleares, que podían llegar al objetivo con una velocidad mach 3 (se especula que a una distancia de mil kilómetros). Las piezas metálicas se iban desprendiendo en el viaje, impulsadas por un motor disparado por tres toneladas de combustible sólido.
    Detrás, el pájaro andino dejó una estela de personas y empresas conocidas o por conocer por la opinión pública argentina. Por citar a algunos, Alfredo Yabrán fue "el cajero" de la Fuerza Aérea ante los capitalistas árabes y Horacio Jaunarena, como ministro de Defensa de Alfonsín, fue un asiduo visitante a la planta por entonces secreta y que aún resiste en un paraje cercano a Falda del Carmen.
    Una empresa vinculada a Techint construyó las edificaciones subterráneas ubicadas entre cinco cerros y otra, del grupo Pescarmona, nacionalizó los vectores que en principio se compraban en el exterior. Además, un taller metalúrgico de la ciudad de Córdoba hizo las aletas móviles y otro, el contenedor y motor de combustible sólido.
    No obstante, los principales operadores y ejecutores se movían con pasaportes extranjeros, principalmente egipcios, alemanes e italianos.
    El contrato que cerró Videla fue con la empresa alemana Maserchsnitt-Bolkow-Blohm (MBB) y como pantalla se citó la construcción de un cohete para investigación meteorológica.
    En medio de una fuerte presión israelí y estadounidense, y luego del desmantelamiento, Oscar Camilión (ministro de Defensa de Carlos Menem) reconoció el 30 de agosto de 1993 que en la planta cordobesa trabajaron "técnicos de países de Medio Oriente" y que, curiosamente, el Cóndor había entretejido nidos gemelos en Egipto (Factoría 17) e Irak (planta de Al Ambar).
    En sus últimos aletazos dejó una profunda interna en la Fuerza Aérea –algunos brigadieres preferían haber gastado el dinero en compra de aviones– y una duda que posiblemente nunca se disipe: cómo y hacia dónde se esfumaron los dos misiles que estaban listos para ser probados desde Cabo Raso (Chubut), entre junio y mayo de 1991.
     
    Chá, salí de ahí creyéndome Ilya Kuriaki, no el de la banda de música, sino el original agente de Cipol.
    Y si algo le faltaba al capítulo Cabo Raso es esta señal sobre la RP1, un cruce peatonal ubicado en un pueblo fantasma deshabitado, bueno aclaremos que viven un par de personas que ofrecen albergue y provisiones para los eventuales algueros y sobre todo para pescadores que asiduamente recalan en la zona, permítanme pensar que el cartel fue colocado posterior a 1985 y no tan tan recientemente.
    Creo que agrego Cabo Raso a la lista de mis lugares en el mundo como Nepes, La Casualidad, Caipe, San Juan de Oros, Epecuén, la Ciudad de Invierno, Incahuasi, Talacasto, creo también que se merece una segunda vuelta para intentar robarle esas historias perdidas que han quedado atrapadas entre las ruinas.
    La última imagen que me llevo del pueblo es la que no me abandona, la que recurrentemente vuelve una y otra vez cuando activo el centro de memoria de viajes, para colmo de males la foto no es buena, la luz era escasa, pero la visión un tanto perturbadora quedó nítidamente guardada en mi cabeza y para más inmediatamente vinculé la situación con el estribillo que Marianne Faithfull tararea de una manera despojada y alienante en The Memory Remains de Metallica, quizás por el columpio, quizás por la alienación, por la poética, por toda esa frágil nada por delante, no sé...

                                          http://www.youtube.com/watch?v=aPuYqL2NB1U

5 comentarios:

  1. Varias cosas: 1ro. y principal: lo de Ilya Kuriaki te "deschava" la edad! Je! 2do.un lugar increíble, como increíble lo que contás. 3ro. las fotos no tienen desperdicio y 4to. la hamaca, en el medio de la nada, es una de las sorpresas inesperadas que sólo un trotamundos como vos puede encontrar alguna vez. Joyita! Gran abrazoooo

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  2. Pero El Agente de Cipol no era de los noventa, estaré equivocado entonces, tendré que ir a corroborar la edad al documento.

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  3. me hamaqué en esa hamaca el 15 de febrero de este año... una experiencia surreal y sublime... magia... pura magia...

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  4. Genia total!!!, permítame reverencia y respeto eterno.
    Sin duda habrás vivenciado en carne propia esa magia inentendible que habita en el Cabo, será quizás tanta soledad, tanto infinito solo para uno, el motivo de ese estado de alegre perturbación que te invade cuando descubrís los secretos que subyacen en medio de tanto espacio vacío.
    Magia, esa es la palabra.

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  5. Excelente! lo que describen tan bien es exactamente lo que transmite este lugar increíble....

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