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lunes, 31 de diciembre de 2012

Los Bolillos y un final con orquesta y coro, Norte Neuquino, Argentina

Poco antes de llegar a Varvarco sale a mano derecha la traza que conduce a Los Bolillos, son 5 km que parecen más por el mal estado del camino, pasamos por la escuela de La Matancilla, por una barda gigante y cuando parecía que Los Bolillos se habían ido a dormir, aparecen en el horizonte esas formaciones de areniscas cementadas que por acción de lluvias y viento han adquirido esas formas que solo la Naturaleza puede crear. El sitio abarca una superficie considerable, el sol de la tarde comienza a tirar esas sombras larguísimas y no es conveniente seguir camino a oscuras, así que quedará para otra vez la recorrida exhaustiva del área, bajo distintas condiciones de luz.
Vuelta a la 43 y ahora sí proa hacia Varvanco, Las Ovejas, Andacollo con destino final Chos Malal, son más de las 19.00 y la noche nos cubrirá ya sobre pavimento, aquí tendría que haber finalizado la aventura patagónica, pero mi querida Madre Natura me tendría deparado un final Wagneriano.
Ya el sol había terminado su jornada laboral cuando a unos 30km al norte de Chos Malal, los últimos rayos rezagados coloreaban la nubes con una furia pocas veces vistas (por mí), lo increíble es que parecían concentrarse sobre el cono del Volcán Tromen en una especie de danza de humo.
A mas naranja, mas rojo, mas espectacular, para uno que vive rodeado de fachadas anodinas, piso de macadam con enormes cráteres y cielo enrejado con cables, contemplar semejante espectáculo roza el paroxismo, de ahí quizás lo personal de la sensación que estos mágicos eventos naturales provocan en mí.
Los veinte kilómetros finales son bajo una noche incipiente, las luces de Chos Malal me indican el definitivo final de un día de aventuras y de una semana por tierras del norte patagónico que se instalan en mi mente como un punto bien alto en este tipo de travesías, todavía queda comer algo en La Barca, despedirme de Carlos y agradecerle todo los conocimientos que compartió y seguir viaje rumbeando otra vez para el Atlántico, Bahía Blanca será la puerta de entrada para una pequeña visita al mundo Salamone.
A todos los que me facilitaron las cosas un eterno gracias, un a sus órdenes y quizás un hasta la vuelta.

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